Con
el inicio de la Jubilación, comienza una nueva etapa en la vida del
ser humano. Esta etapa, genera muchos cambios a nivel individual como
también en las relaciones que el sujeto mantiene con su entorno. Por
otra parte, se tiende socialmente a desprestigiar a los y las
jubilados/as. En este sentido, Limón (s.f: 261 ) establece que:
“Demasiado a menudo se crea de los jubilados la imagen de que han
dejado de contribuir a la marcha económica y que una vez superada
una vida de trabajo, corresponde un período de reposo o inactividad.
No es sorprendente que un gran número de jubilados acepte este
papel. Una sociedad que pone cada vez más el acento en el rol de los
jóvenes cierra las posibilidades a un rol constructivo de las
personas mayores.”
Frente
a ésto, Escarbajal de Haro y Martínez (2012:247) aclaran que “No
solo nos referimos a que cada individuo envejece a un ritmo
diferente, sino que también habríamos de tener en cuenta que una
persona puede ser considerada vieja para ciertas actividades pero no
para otras”.
Es
por este motivo, que debemos comprender y promocionar como
profesionales la idea de que la jubilación no es sinónimo de fin de
la vida activa. Sino que es el comienzo de una etapa diferente que
presenta nuevos retos y nuevas vivencias.
En
el ámbito de la animación sociocultural, existen varios proyectos,
recursos y actividades que fomentan la autonomía, el empoderamiento
y la inserción de las personas mayores. Siguiendo a Limones, los
destacaremos.
En
un primer lugar, se encuentran los hogares y clubes, que son centros
de reunión que promueven la convivencia de la personas mayores y la
mejora de sus condiciones de vida a través de diferentes y variados
servicios como información, orientación y asesoramiento,
biblioteca, peluquería, actividades lúdicas y recreativas,
actividades sociales y formativas, etc.
En
un segundo lugar, se encuentran los Centros de día. Éstos, ofrecen
durante el día una atención a las necesidades personales básicas,
terapéuticas y socio-culturales de las personas mayores afectadas
por diferentes grados de dependencia, promoviendo su autonomía y la
permanencia en su entorno habitual.
En
un tercer lugar, encontramos los Centros Residenciales, que son
centros que ofrecen una atención integral y vivienda permanente a
personas mayores de 60 años que, debido a su problemática familiar,
social o económica, no pueden ser atendidas en sus propios
domicilios.
Y
por último, encontramos las Aulas de personas mayores, iniciadas por
las Administraciones Públicas, aunque actualmente su gestión está
a cargo de las propias asociaciones de personas mayores. Cabe
destacar que los programas que se ofrecen son diversos, encontrando
como los más habituales el cultural, ocupacional, de desarrollo
físicopsíquico, de acción social y convivencia.
Teniendo
en cuenta lo anteriormente dicho, creemos que como Trabajadores
Sociales debemos fomentar la utilización de estos recursos, la
aceptación de los mismos por parte de otros colectivos y, sobretodo,
información y asesoramiento al colectivo de jubilados para
promocionar la autonomía y el empoderamiento de los mismos.
Bibliografía:
De
Haro, A., y
Martinez,
S.
(2012). Jubilacion, educacion y calidad de vida. Pedagogía
social. Revista interuniversitaria,
(20), 245-272.
Limón,
M.R (s.f). La Animación Sociocultural en las personas adultas y en
la tercera edad.